El papa Francisco comparó este viernes la tragedia que viven miles de inmigrantes que tratan de cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa, con el rechazo que María experimentó cuando no se le dio alojamiento para dar a luz a Jesús.

"En la experiencia dolorosa de estos hermanos y hermanas volvemos a ver la del niño Jesús, que en el momento del nacimiento no encontró alojamiento y vio la luz en la gruta de Belén", dijo el pontífice en un mensaje con motivo de la inauguración del pesebre de la Plaza de San Pedro.

"Y luego fue llevado a Egipto para huir de la amenaza de Herodes", continuó el Papa respecto a la experiencia vivida por Jesús tras su nacimiento. "Quienes visiten este pesebre estarán invitados a redescubrir en él el valor simbólico, que es un mensaje de fraternidad, de compartir, de acoger y de solidaridad", agregó.

Jorge Bergoglio aludió a la presencia en el pesebre de la típica embarcación maltesa conocida como "luzzu", dado que la obra se inspiró en el paisaje de esa isla mediterránea.

Ese tipo de barcas "recuerda también la triste y trágica realidad de los emigrantes en las barcazas que se dirigen hacia Italia", recordó.

El gobernador del Estado Ciudad del Vaticano, cardenal Giuseppe Bertello y el Arzobispo de Malta Charles J. Scicluna presidieron la ceremonia que dejó encendido al abeto de 25 metros de alto originario del Trentino italiano.

El árbol, iluminado por 18.000 lamparitas LED, quedó emplazado junto al tradicional obelisco de la plaza vaticana y a un lado del pesebre creado por el artista Manwel Grech, que reproduce el paisaje de la isla de Malta, pequeño Estado insular al sur de Italia.

En la obra resalta, además de los 17 personajes representados, un "luzzu", embarcación maltesa típica que simboliza tanto la tradición de la vida pesquera de los malteses como el drama de la inmigración, recordando "la triste y trágica realidad de los migrantes en las barcazas viajando hacia Italia", como aseguró este viernes por la mañana Francisco al recibir en audiencia en el Vaticano a una delegación del norte del país y de Malta encargados de donar el pesebre y el árbol de navidad.

La obra tiene 17 metros de largo, 12 de profundidad y una altura máxima de 8 metros.

"Cuantos visitarán este Pesebre estarán invitados a redescubrir su valor simbólico, que es un mensaje de fraternidad, del compartir, de acogida y de solidaridad. También los Pesebres instalados en las iglesias, en las casas y en tantos lugares públicos son una invitación a hacerle lugar en nuestra vida y en la sociedad a Dios, escondido en el rostro de tantas personas que están en condiciones de dificultad, de pobreza y de tribulación", expuso Francisco.

Luego de que también este viernes las alcaldesas de Barcelona Ada Clau y de Madrid Manuela Carmena denunciaran en un seminario en el Vaticano el "cementerio" en que se ha convertido el Mediterráneo, la presencia de la "Iuzzu" fue la protagonista de la ceremonia de encendido del árbol.

En lo que va de este año ya murieron o desaparecieron 4.715 personas tratando de cruzar este mar, según el Organismo Internacional de las Migraciones (OIM), un número mayor que el que se registró en todo 2015.

"Desde 1982 San Juan Pablo II quiso que los peregrinos y turistas pudieran parar a meditar delante del pesebre. El árbol es símbolo de la vida y el pesebre a su lado nos recuerda que el Señor de la vida vino en medio de nosotros para dar su vida por la nuestra. Significativa este año la presencia de una barcaza con la que los migrantes intentan desafiar el mar para alcanzar Europa y una vida mejor", aseguró Bertello durante la concurrida ceremonia.

"No podemos festejar navidad sin acordarnos de nuestros hermanos migrantes", apuntó luego el Arzobispo de Trento, Monseñor Lauro Tisi. las esferas que lo adornan reproducen diseños en arcilla de niños en tratameinto oncológico en diversos hospitales italianos.

Además, según comunicó el Governatorato del Vaticano, las ofrendas que dejen los peregrinos y turistas que visitan el pesebre serán destinadas a la reconstrucción del oratorio parroquial de Norcia.

El árbol es un abeto de 65 centímetros de tronco proveniente de la localidad norteña de Foreste del Lagora, en el Trentino, donado al Papa por la comunidad de Scurelle, que será colocado mañana junto al obelisco central de la tradicional plaza San Pedro. Tras cortar el árbol el pasado 13 de noviembre, alumnos de escuelas locales plantaron en su reemplazo 40 pequeños abetos y alerces.