Por Damián Juárez
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Hay un ánimo de festejo en el gobierno. Dos encuestas que circulan entre los pasillos del poder dan a Macri y a los suyos una sensación de ir por el camino indicado. Las dos encuestas, que están bajo siete llaves pero que “Crónica” pudo conocer, pueden definir en una sola palabra, y esa palabra es hartazgo. Las encuestas fueron encargadas por el gobierno para medir dos cosas.

Qué piensa la gente sobre el largo conflicto docente en la provincia de Buenos Aires y qué piensa la gente sobre el paro del pasado jueves. En ambos sondeos, según los números que se manejan, el 70% por ciento repudió los cortes de calles, el paro como método de protesta, y la huelga de Baradel y los suyos que mantuvo a los chicos bonaerenses un mes sin clases.

Estos números hacen suponer al gobierno que la gente, si las elecciones fuesen hoy, los votaría masivamente. En el gobierno también piensan que el peronismo está disgregado, que fi nalmente no habrá internas en el PJ, y que Cristina será la figura en torno a la cual se organizará la oposición. Hay tanto júbilo puertas adentro del gobierno que quizás no vean algunos elementos que pueden indicar que están haciendo un diagnóstico equivocado.

El primer elemento es que la economía no arranca. Los anuncios de inversiones, si bien se están haciendo, son para más adelante. Desde que una empresa anuncia millones para un nuevo emprendimiento hasta que ese dinero llega al bolsillo del votante, pasan meses, a veces años.

Y aquí lo que importa, en términos electorales, no es que la mejora económica se sienta en las estadísticas, sino en la billetera. Y antes de octubre, cuando se abren las urnas. Es mentira que haya una avalancha importadora que esté fundiendo empresas, como asegura el kirchnerismo. Pero también es cierto que las fábricas no trabajan a full ni mucho menos.

La capacidad ociosa del parque industrial crece, como se demostró con datos ofi ciales de las últimas horas. El gobierno también presupone la hipótesis de un peronismo dividido, donde la imagen a enfrentar sea Cristina y sus casos de corrupción. Pero otro peronismo, lentamente, está surgiendo, y quiere darle pelea a la ex presidenta y ganarle. Este otro peronismo puede representar un problema para el gobierno, ya que vendría a marcarle todos los errores sin hacerse cargo del mote de kirchneristas.

O sea, tendría más para ganar que para perder. A recorrer la calle En este contexto, bajó desde la cúpula del PRO una orden y es multiplicar la presencia en la calle. En términos de Cambiemos, esto no signifi ca llenar plazas con bombos, sino hacer timbreos.

Se organizó durante toda la semana un megatimbreo para mañana en la provincia de Buenos Aires, que será el gran terreno de disputa de las legislativas. En el gobierno están seguros de lo que dijeron varios ministros en público en las últimas horas: que la gente votó este modelo, y, por lo tanto, este modelo tiene que ser profundizado.

Cometería un error grave el gobierno si no ve que en la plaza del primero de abril, en la gente que trabajó en el paro y otras manifestaciones similares, no hay gente necesariamente contenta con Macri, o su gestión, sino harta de los vicios históricos de cierta parte del sindicalismo, y de la última parte del gobierno de Cristina.

El gobierno dice “la gente votó esto”, pero olvida que la mitad del país votó otra cosa, y que “esto” que votó la gente tenía que ver con pobreza cero y crecimiento, promesas que hoy siguen apareciendo como muy lejanas.