El papa Francisco lamentó este sábado que "el sistema político favorezca al que especula y no al que invierte y cree en el trabajo", durante una visita de un día a Génova, en la que almorzó con presos y sin techo, convocó a los sacerdotes a no ser "curas google o Wikipedia que lo saben todo”, y pidió a los jóvenes que “dejen de ser turistas de la vida". 

"Una enfermedad de la economía es la progresiva transformación de los empresarios en especuladores. No deben ser confundidos, son dos tipos distintos. El especulador es una figura similar a la que Jesús en el Evangelio llama ’mercenario", afirmó el Pontífice durante un encuentro con trabajadores en la primera etapa de su visita pastoral. 

Visiblemente emocionado tras recordar que desde el puerto genovés partió su padre en 1929, animó a "temerle a los especuladores, no a los empresarios", en otra de las visitas dentro de Italia que este año ya lo llevaron a Milán y a Capri, antes de ir Bolonia en octubre. 

"Paradójicamente, algunas veces el sistema político parece favorecer al que especula sobre el trabajo y no al que invierte y cree en el trabajo", lamentó Jorge Bergoglio durante su primera intervención en la ciudad de Liguria.

"Se sabe que las reglas y leyes pensadas para los deshonestos terminan penalizando a los honestos", criticó, antes de trazar el perfil del "buen empresario".

"No hay buena economía sin buenos empresarios. El buen empresario conoce a sus trabajadores porque trabaja a su lado, con ellos, porque debe ser antes que nada un trabajador. Si no tiene la experiencia de la dignidad del trabajo no sera un buen empresario. Debe compartir el cansancio del trabajador, su alegría. Ningún buen empresario ama despedir a su gente", planteó el papa.

El Pontífice agregó que "el que piensa resolver los problemas de su empresa despidiendo gente no es un buen empresario, es un comerciante: hoy vende su gente, mañana vende la dignidad propia".

En ese marco, Francisco criticó la cultura de la "meritocracia porque usa una palabra bella, el mérito, pero se está transformando en una legitimación ética de la desigualdad". 

"El trabajo es el centro de cada contrato social, no un medio para consumir. Hay que amar el trabajo, es un amigo de la oración, está presente en la Eucaristía. Un mundo que no entiende el trabajo, no entiende la Eucaristía. El trabajo es dignidad, y por eso todos deben tenerlo", expresó.

En la segunda etapa de la visita, antes de iniciar un encuentro con sacerdotes y religiosos, Francisco recordó a los 29 cristianos coptos asesinados hace dos días en Egipto, donde el Pontífice viajó en abril pasado.

"Hermanos y hermanas los invito a rezar juntos por nuestros hermanos coptos egipcios que han sido asesinados porque no querían renegar su fe. Junto a ellos, junto a sus obispos, a mi hermano Tawadros. Los invito a rezar en silencio y luego juntos un Ave María. No olvidemos que hoy los mártires cristianos son más numerosos que en los primeros tiempos de la Iglesia", aseveró en la Catedral local.

En un clásico ida y vuelta con los religiosos, Francisco respondió sus preguntas y, con tono amistoso les pidió que no sean "un cura google, Wikipedia que lo sabe todo" antes de lamentar la existencia de calumnias, rumores, competencia, celos y envidia en la Iglesia.

"Cuando no hay fraternidad sacerdotal, aunque sea una palabra dura diría que hay traición. Se traiciona al hermano...se anda pelando de él... La murmuración y juzgar mal a los hermanos es un mal de los que se mantienen encerrados en sí mismos", les advirtió.

En el marco de la Visita Pastoral el Santo Padre almorzó luego con personas pobres, refugiados, sin techo y detenidos de la ciudad puerto emblemática de la emigración italiana, en el Santuario de Nuestra Señora de la Guardia.

Cerca de 130 comensales asistieron a la "Sala del Caminetto" del Santuario de Nuestra Señora de la Guardia, entre los cuales 11 presos de dos cárceles de Génova, 5 provenientes de la cárcel de Marassi y 6 detenidos del centro penitenciario de Pontedecimo.
 
También fueron invitadas personas pobres y sin hogar, que son asistidos por numerosas asociaciones eclesiales; además de migrantes y solicitantes de asilo alojados en las diversas estructuras de la diócesis.

Sentado entre dos migrantes africanos que están a punto de obtener asilo, el Pontífice disfrutó del menú típico genovés: pasta con pesto, carne asada y pastafrola antes de dormir una pequeña siesta.

Antes de despedirse con una misa para más de 100.000 personas, según los cálculos de la Diócesis, Francisco animó a los jóvenes genoveses a dejar "de ser turistas de la vida para volvernos hombres y mujeres que aman con compromiso en la vida", en el Santuario de Nuestra Señora de la Guardia, uno de los más importantes de Italia.