La causa, que fue instruida por la hoy extinta Unidad Fiscal de Delitos Especiales, a cargo de Marcelo Sago y Miguel Mauvecín, llega a debate luego de dos años y medio del hecho de sangre.

Rojas, quien conocía a Cano, fue ultimada el 29 de enero de 2013 de numerosos puntazos propinados con un cuchillo. La joven estaba en su departamento de avenida Virgen del Valle y el asesino intentó incendiar el cuerpo y el lugar antes de huir, a los fines de cubrir su rastro.

Aquella noche, alrededor de las 22.30, se detectó el humo que provenía del departamento, y personal de Bomberos que irrumpió en el lugar para sofocar las llamas, se topó con el cuerpo de Rojas. El mismo estaba semicubierto por un colchón que fue siniestrado.

Los pesquisas trabajaron con todo el entorno de la joven, pero Cano, que fue citado a brindar testimonio, estaba casi descartado en el marco de esa investigación. El 31 de marzo de ese mismo año, se desató un feroz incendio en el edificio Leo IV, donde se encontró el cadáver de Susana Aguilar, quien fue ultimada de la misma manera que Rojas, a puñaladas.
En esta ocasión, el responsable no fue tan cauto y dejó rastros que llevaron al día siguiente a los investigadores tras sus pisadas.

La detención de Cano causó estupor. De costumbres nocturnas y muy sociable, fue barman en varios boliches de esta ciudad y también de la villa veraniega de El Rodeo, donde cierto tiempo trabajó en el mostrador de la hostería. Además, viajaba con frecuencia ya que trabajó un tiempo en empresas que vendían viajes de egresados.

El 4 de abril de 2013, fue trasladado a la sede de fiscalía, donde fue indagado por el crimen de Aguilar y en la ocasión confesó la autoría de ese homicidio y también del de María Eugenia Rojas.

Hasta ese entonces, el principal sospechoso y único imputado por la muerte de la psicóloga era el joven Mauro Orce, quien había reconocido su presencia en el departamento pero negó haber tenido conocimiento del luctuoso episodio. Orce pasó varios meses en la cárcel con prisión preventiva, pero por último fue sobreseído a finales de 2014.

Susana Aguilar era la madre de una expareja suya y cuando llegó el momento del juicio oral, en diciembre de 2013, “Bebe” ratificó su culpabilidad y atribuyó lo sucedido a un severo problema de adicción a los estupefacientes, precisamente la cocaína, que lo aquejaba desde temprana edad.

La primera puñalada, la que dejó indefensa a Aguilar, fue dada por la espalda. “Bebe” recibió la máxima pena establecida en el Código Penal Argentino, por el delito de homicidio doblemente agravado por ensañamiento y alevosía.

El fiscal Marcelo Sago concluyó la investigación penal preparatoria de la causa con la tranquilidad de que Cano se encontraba ya en el Servicio Penitenciario de Miraflores. 

El expediente fue elevado a juicio tras la primera quincena del mes de abril de este año. Una vez en la Cámara Penal Nº 3, rápidamente se comenzó a trabajar con las pruebas y citando a los testigos, a fines de ponerle una fecha de inicio.