Jueves 25 de Abril de 2024

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5 de mayo de 2016

Los fumadores se quejan por las subas, pero siguen comprando

Tras los aumentos de hasta 60%. Muchos expresan su bronca, pero se resignan. Otros eligen marcas más baratas. Y algunos ahora se resisten a convidar.

Entre el martes y ayer se oficializó el aumento de precio de los cigarrillos, que en algunas marcas alcanzó el 60 por ciento y que promedió el 55. Como es habitual, primero fue el turno de los producidos por la tabacalera Massalin Particulares: un atado de Marlboro de veinte pasó de 28 a 45 pesos y uno de Philip Morris saltó de 26 a 42. Ayer fue el turno de las marcas producidas por Nobleza Piccardo: los paquetes de veinte de Camel, Lucky Strike y Parisiennes saltaron de 28 a 43 pesos. Ambas tabacaleras justificaron los aumentos en el incremento de la alícuota de los impuestos internos a la producción de cigarrillos que, según el boletín oficial del lunes, pasó del 60 al 75 por ciento.

Desde que empezó a rumorearse el alza de los precios hasta que se publicaron las listas oficiales, cada kiosco fue un mundo. Algunos sacaron los cigarrillos de la venta, otros empezaron a aplicar aumentos discrecionales –el martes, por ejemplo, vendían las marcas de Nobleza Piccardo siguiendo los aumentos que Massalin Particulares ya había hecho públicos– y unos pocos se atuvieron a los precios oficiales que seguían vigentes. Fue el caso de Sergio, dueño de un local en Avenida de Mayo de Buenos Aires: “Mucha gente cambió de marca de puchos por un día, compraron los de Nobleza en lugar de los de Massalin, y se ahorró hasta 15 pesos”, contó. Para Héctor, los aumentos repercutieron en las ventas: “Estos días la gente primero tiene bronca y recién después se resigna, yo vendí un 20 por ciento de lo que vendo todos los días”, dijo. Pero Rubén y Leandro, que atienden kioscos cercanos al Café Tortoni, coincidieron con Sergio al señalar que, más allá de algunas quejas por los aumentos, los fumadores compraron con la frecuencia de siempre. “Guardé los cartones hasta que se publicaron los nuevos precios porque si no me iba a salir carísimo reponer la mercadería”, se justificaba uno de los kiosqueros.

“Me aumentó la prepaga, me aumentó la luz y el gas para la calefacción, aumenta la comida, y ahora me aumentan los puchos”, se indignó Noelia, una empleada pública de 37 años que fuma unos siete cigarrillos por día. Compra Benson & Hedges: cada paquete le cuesta ahora cincuenta pesos.

Después de convidar uno de sus preciados Marlboro, Analía, tambien empleada pública, pensó en la salud y en el humor: “Tal vez es buen momento para dejar. Y en plena abstinencia generalizada, todos hacemos la revolución para que bajen los precios”.

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