Un mensaje de paz. Eso fue lo que brindó el papa Francisco durante su primer día en Egipto, donde el temor a posibles ataques fue dejado de lado y el Pontífice se abocó a promover la convivencia pacífica entre las religiones.

Bajo el lema "Papa de paz en Egipto, país de paz", Francisco arribó al aeropuerto de El Cairo, capital de un país del que dijo que cumple un rol "insustituible" en Oriente Medio.

Así lo expresó al saludar al presidente Abdel Fatah Al Sisi, antes de iniciar su recorrido por distintas instituciones, siempre, con el mismo mensaje de paz.

La Universidad Al Azhar, considerada la mayor institución sunnita del mundo, fue el escenario en el que Francisco participó de la Conferencia Internacional sobre la Paz y se entrevistó con su imán, Ahmed El-Tayeb, a quien llamó "hermano".

En ese primer discurso, traducido en simultáneo al árabe, aseguró que "las religiones están llamadas a excluir cualquier posición absoluta que justifique formas de violencia" y a "condenar como falsificación idolátrica de Dios los intentos de justificar cualquier forma de odio en nombre de la religión".

"Hoy hacen falta constructores de paz, no provocadores de conflicto", manifestó, antes de convocar al islam a construir "un futuro juntos" entre cristianos y musulmanes.

"No matarás"

El mensaje de paz del Pontífice también refirió a ese mandato bíblico, que debe ser "puesto en práctica" por todos.

"La violencia, de hecho, es la negación de toda auténtica religiosidad. Estamos llamados a desenmascarar la violencia que se disfraza de supuesta sacralidad", siguió ante un auditorio compuesto por representantes de distintos credos, entre ellos El-Tayeb y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I.

En un día de mucha actividad, Francisco también dio sus condolencias al papa copto ortodoxo, Teodoro II, por los atentados en iglesias cristianas que mataron a 29 personas en diciembre pasado y 46 a comienzos de este mes.

"Sólo la paz es santa y ninguna violencia puede ser perpetrada en nombre de Dios porque profanaría su nombre", aseguró. Por último, pidió "respeto incondicional a los derechos inalienables del hombre, como la igualdad entre todos los ciudadanos, la libertad religiosa y de expresión, sin distinción alguna".

"Egipto, que en tiempos de José salvó a otros pueblos del hambre, está llamado también hoy a salvar a esta querida región del hambre de amor y de fraternidad", concluyó.